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Internos de Valparaíso podrán disfrutar de remozada biblioteca

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Convenio entre Dibam y Gendarmería permitió invertir recursos e implementar un plan de fomento lector.

Miércoles 18 de noviembre de 2015

Este martes 17 de noviembre se realizó el esperado corte de cinta de la refaccionada biblioteca Pública 167, ubicada al interior del Complejo Penitenciario de Valparaíso. Esta sencilla ceremonia cobra especial realce si se toma en cuenta que más de 2500 internos podrán acceder a talleres culturales y cerca de mil libros.

Esta inauguración forma parte del plan de fomento lector que impulsa la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam) con apoyo de Gendarmería, en el marco del Plan Nacional de la Lectura, y que busca acercar la cultura, y en especial la lectura, a las personas privadas de libertad. Este plan se está efectuando en 15 centros de la institución verde boldo a lo largo del país y en la región de Valparaíso se suman al complejo porteño el Centro de Cumplimiento Penitenciario de San Felipe y el Centro de Educación y Trabajo de Putaendo.

Consultado respecto a la importancia de estos espacios al interior de un recinto penitenciario, el director regional de Gendarmería, coronel Eduardo Muñoz, sostuvo que: «La tolerancia, junto con la caridad, son dos virtudes capitales para poder desarrollar el trabajo entre personas. La tolerancia se da entre iguales y permite la diversidad y en estos espacios que se dan al interior de las cárceles debemos ver a l privado de libertad como un igual».

Por su parte, Alberto Gil, coordinador nacional del Programa Biblioredes, se refirió a este nuevo espacio de desarrollo humano que existirá dentro de la biblioteca: «La idea es que no sea un espacio muerto, sino un espacio que se dinamice a través de distintos medios, talleres de escritura, lectura, de cine, de teatro, una serie de ámbitos de la cultura que genere incentivos sobre la lectura».

El monto total que se ha invertido en estas nuevas bibliotecas supera los $150.000.000 y contempló la habilitación de los espacios, compra de mobiliario, equipamiento computacional y por supuesto los nuevos libros. A todo esto se suma el financiamiento para actividades de fomento lector y extensión cultural, así como la capacitación del personal destinado a estas labores.

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