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Biblioteca Pública de La Calera ofrece talleres, actividades y lectura durante febrero

Este verano, el recinto se mantiene tan activo como durante todo el año con clases de ajedrez, construcción de juguetes con papel y un día dedicado a las mascotas con la asesoría de un veterinario.

Martes 11 de febrero de 2014

En febrero, de lunes a jueves de 15.00 a 18.00 horas y los viernes de 10.00 a 14.00 horas, el profesor Hugo Villarroel llegará hasta Biblioteca Pública 84 Alejandro Silva de la Fuente, en La Calera, para impartir su taller de ajedrez. Los días miércoles, a las 16.00 horas, también vendrá Daniela Cuellar, estudiante de la carrera de Diseño, para realizar un taller de juguetes de papel. Un día al mes, el veterinario Jorge López entregará su conocimiento sobre alimentación, reproducción y tenencia responsable de mascotas. Todo esto en la Biblioteca Alejandro Silva de la Fuente, que hace poco más de un año reabrió sus puertas en una nueva ubicación alejada del centro de la ciudad.

No es fácil cambiar de casa y menos estar dos años sin atender público. Pero esto es lo que vivió la Biblioteca Alejandro Silva cuando dejó el centro de La Calera para trasladarse a un lugar más alejado con el objetivo de entregar sus servicios a nuevos sectores urbanos en rápida expansión. Desde el primer día en su nuevo domicilio, el 17 de diciembre de 2012, comenzaron a repartir volantes e información apoyados por familiares y amigos.

«La respuesta de nuestros vecinos fue casi inmediata -comenta Virginia Loyola, encargada de la biblioteca- lo que hizo que el municipio nos dotara de más personal febrero del año siguiente. Partimos haciendo actividades todos los meses, con charlas, exposiciones, obras de teatro, tertulias musicales, tertulias literarias, concurso de cuentos. Para Halloween contamos cuentos de terror y abrimos en la noche. Gracias a esto nos convertimos en un referente para nuestros usuarios, además de contar con una excelente cobertura local en medios escritos y radiales».

Es así como la comunidad se ha hecho partícipe de la biblioteca y cada día, sobre todo por la tarde, los niños acuden en grupo para disfrutar de sus servicios y las mamás se interesan por saber cuáles serán las actividades del verano. «Nuestros usuarios jóvenes y adultos , al ver la cantidad de niños, que muchas veces son sus parientes o vecinos, nos ofrecen realizar talleres de acuerdo a las habilidades que ellos tienen o su profesión, tenemos visitantes extranjeros que nos dan charlas de su país de origen, manualidades a cargo de educadoras de párvulo, estudiantes de diseño. Lo importante es que cada una de las personas que asiste a nuestra biblioteca la considera un lugar entretenido, un espacio donde poder desarrollar sus capacidades, una escuela donde puedes compartir tus conocimientos, donde te sientes integrado a pesar de tener capacidades diferentes, un lugar de encuentro».

Y así sigue la historia, renovándose permanentemente con las iniciativas de la comunidad y el impulso de sus trabajadores. Desde la Av. O’Higgins 810, en La Calera, un bello relato de bibliotecas participativas.

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