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Reina María Rodríguez: «Quiero volver a Chile y oír de nuevo a los poetas que encontré en cada región»

La escritora cubana, ganadora del Premio Iberoamericano de Poesía 2014, comentó en esta entrevista las diversas actividades que incluyó su visita a Chile, para recibir de manos de la Presidenta Bachelet el galardón en honor a Pablo Neruda.

Lunes 22 de septiembre de 2014

Reina María Rodríguez, poeta cubana ganadora del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, estuvo de visita en Chile para recibir de manos de la Presidenta Michelle Bachelet el galardón 2014 y, durante su estadía, cumplió una intensa agenda que incluyó múltiples actividades.

Entre ellas, Diálogos en movimiento del Plan Nacional de la Lectura, ocasión en la que se reunió con estudiantes de tercero medio del Liceo Bicentenario Mary Graham de Villa Alemana. Además, la poeta viajó a Temuco, donde hizo una recorrido por la ruta patrimonial “Huellas de Pablo Neruda” y visitó el Museo Nacional Ferroviario, para reunirse con escritores de la región. Asimismo, en la región de Valparaíso, fue recibida por en la casa del poeta en Isla Negra, acompañada por la ministra de Cultura, Claudia Barattini.

De todo ello habló en esta entrevista, donde deja claro que su visita a Chile estuvo marcada por experiencias significativas que espera repetir en un nuevo y pronto viaje.

– ¿Qué significado tuvo su visita a Isla Negra, Temuco, Valparaíso y otros lugares de Chile?

“La gente que conocí fue lo que más me impresionó desde el primer momento. El cariño, la amistad, la confianza de las personas, las conversaciones, el humor. Me parecía haber estado siempre allí. En Temuco escuché poetas de diferentes profesiones. Uno, maestro de la construcción, que leyó un poema magnífico. Otro, un poeta mapuche ¡excelente! Cantó y sentí, entre el olor a leña en la noche fría y aquellas voces, que pertenecía a ese lugar tan al sur, para siempre. Un amigo me decía que cuando uno más baja, más siente el peso del mundo encima. Así me sentí: con el peso del mundo sobre mi cabeza.

Isla Negra me dejó los mascarones por dentro, recordando aquel relato de Isak Dinesen sobre un mascarón de proa. Ahora los veo en sueños, antes los había visto en fotos, ahora son reales frente a mí con sus colores y sus miradas, que nos observan desde un fondo de mar Pacífico, exigiéndonos y prometiéndonos algo. Allí además, me encontré con la poeta cubana Damaris Calderón, a quien quiero mucho y vive en Isla Negra. Las casas de Neruda nos dicen de su altísimo nivel estético, incluso, si no hubiera escrito poemas, hubiera sido un gran artista, sin la menor duda, por esas construcciones que son también poemas. Cada cosa me llevaba a otra: fue un viaje dentro de un viaje: un corredor por donde pasa el tiempo de su vida y de la nuestra acortando las distancias.

Valparaíso es una ciudad donde me gustaría vivir un tiempo. Las casitas, el sonido del puerto que está vivo, visto desde la altura, La Sebastiana con su techo de zinc y el lavamanos para enjuagar (cuajar) palabras, que usaba Neruda antes de sentarse a escribir. Todo eso está vivo también en mí. Por eso iré a la feria en noviembre. Aunque sea por pocos días, quiero volver a Chile y oír de nuevo a los poetas que encontré en cada región donde estuve”.

– ¿Cómo fue la experiencia de participar en el programa Diálogos en movimientos del Plan Nacional de la Lectura y la interacción con estudiantes chilenos?

“La relación con los estudiantes de Villa Alemana fue emocionante, y no me gusta abusar de estas palabras. Ellos me confiaron sus miedos al escribir y yo los míos. Me sentí de nuevo con la edad que ellos tenían frente a la página. Después escenificaron un poema que le hice a mi hija Elis, Elegiste azul, y les dediqué una antología llamada Tulip de liebre. Tulip de oveja, que les habían traído de España y de la que se habían leído poemas para comentarlos conmigo ¡Fue una impresión muy fuerte! Hacía mucho frío para mí, pero la leña de sus palabras y sus deseos de hallar en la literatura un tablón estaba por dentro, calentándome”.

– ¿Qué importancia cree que tiene para la creación literaria latinoamericana que escritores centroamericanos y caribeños hayan sido reconocidos con este premio de poesía?

“Es una pregunta muy amplia que tiene múltiples ramificaciones. Quiero irme por la más simple e íntima: quería estar a la altura de los grandes poetas que he leído, latinoamericanos, del Caribe y del mundo. Me dieron con este premio la posibilidad de sentirme poeta, de recordar textos de otros poetas. Vi a Raúl Zurita a quien tanto admiro y quiero, estuvo conmigo en la premiación y en la lectura final en La Chascona. Cada cosa que hagamos por la poesía, por cada poeta en particular, abre las puertas a un corredor de fondo. En eso creo, en dar la antorcha a otro, al relevo que es lo más necesario para la supervivencia de los poetas.

Por eso, quiero agradecer a todos los que me acompañaron en este viaje al sur que será para mí inolvidable, por cada momento que me dio fuerzas para seguir mejorando como persona y como poeta”.

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